El yo como observador. Pasaje de los impulsos de una infancia a otro proceso primario y proceso secundario. El ello el superyo en la autopercepcion.
En esta imagen, el yo, de acuerdo con el impulso instintivo, no se destaca. El yo, por su parte, tornase desconfiado, inicia contrataques y avances en el territorio del ello. Ya no contemplamos un impulso no deformado del ello, sino un impulso del ello modificado por los recursos defensivos del yo.
Todas las medidas defensivas del yo contra el ello ocurren en forma silenciosa e invisible. En el curso del desarrollo infantil, tales formaciones producense de una manera casi inadvertible. Podemos comprobar que, hasta, este, punto, la totalidad de las informaciones de, importancia nos han sido suministradas por el estudio de las i rrupciones del lado opuesto del ello al yo.
El yo como factor perturbador. Sus tecnicas restantes. La transferencia -su importancia. Su valar para, el conocimiento del paciente. Su escaso beneficio terapeutico.
Dificultad de manejo. El peligro de la unilateralidad su ilustracion por el analisis infantil. El yo permanece silencioso un tiempo, y los derivados del ello aprovechan este reposo para irrumpir en la conciencia. El analista se apresura a tomar conocimiento de sus expresiones. El conocimiento de dichas vinculaciones nos faculta para extraer conclusiones precisas acerca de las manifestaciones conscientes de lo inconsciente, sin necesidad de deshacer previa y penosamente toda una medida defensiva del yo.
Se las puede emplear con ventaja. Pueden darse en cualquier momento en que por cualquier, circunstancia, la vigilancia del yo resulta disminuida, o desviada, y cuando por cualquier motivo un impulso inconsciente recibe un inopinado refuerzos. De ordinario, el enfermo coopera gustosamente con nosotros en la labor interpretativa. Es conocido el frecuente reproche a los analistas de que pueden ser grandes conocedores del in- consciente pero malos jueces del yo de sus analizados.
Pero, naturalmente, todo cuanto proviene del yo es asimismo una resistencia en el verdadero sentido de 1a. El analista como colaborador y como perturbador frente y los impulsos del ello. El yo del paciente y el analista. Defensa, del yo contra los afectos asociados a los impulsos -instintivos. Desgraciadamente la clara objetividad que le otorga esta postura se ve perturbada por diversas circunstancias. Desde este punto de vista, el analista parece ser el colaborador y liberador de los elementos reprimidos del ello.
Cuando pretende rechazar las exigencias instintivas, la primera tarea del yo es siempre lograr un acuerdo con estos afectos. Otros modos especiales de defensa. La tarea del psicoanalista. Los procesos de defensa, la histeria y la neurosis obsesiva. Historia de una enferma. Es la hija intermedia de una familia compuesta de una serie de hermanos y hermanas.
Finalmente, la envidia y los celos combinaronse en una fuerte hostilidad contra la madre. Sin embargo, este odio desplazado fue causa de numerosos padecimientos. Cualquier motivo que provocara en ella sentimientos de envidia, celos u odio, reactivaba sus mecanismos defensivos.
Comparemos estos procesos con sus correspondientes relaciones en una histeria o en una neurosis obsesiva. Limita su actitud, con lo cual previene el encuentro con todas aquellas situaciones susceptibles de favorecer el retorno de lo reprimido.
Combates entre el yo y el instinto. Necesidad de influir sobre la realidad. Defensa, instintiva. Por la angustia frente a la fuerza del instinto. Los motivos de la defensa contra, los afectos. En rigor, los motivos para la defensa afectiva previenen simplemente de los combates entre el yo y el instinto. De otra parre, cuando anulamos la defensa establecida por el mundo externo, surge la angustia objetiva. El anulamiento de la defensa trae en tales casos un peligro para el yo sin que nos sea dable prestarle una ayuda inmediata.
La instancia que construye la defensa y las fuerzas contra la cual se dirige esa defensa, no cambian. Goza al imaginar el espanto de la gente si adivinar su secreto. Mi paciente se las arregla mejor.
En cada oportunidad el cazador acepta, el trato y sigue su camino con los cachorros obtenidos. Este mecanismo de defensa pertenece a una fase, normal del desenvolvimiento del yo infantil. Desde luego no creen en la real existencia de sus animales o en su preponderancia sobre el padre. De todos modos, es exacto que, con la adultez.
Su fomento en la vida diaria. Prehistoria de un paciente infantil. Condiciones externas de la aplicabilidad de este mecanismo defensivo. Deformaciones, extravagancias y singularidades del yo que ocasiona el empleo excesivo de este mecanismo. Sentado sobre! Se perturba el equilibrio penosamente logrado entre lo defendido y la defensa; el estimulo externo o el estimulo instintivo reprimido consigue: introducirse en la conciencia y promover sentimientos de angustia y de displacer en el yo. Dificultad de examinarlo en forma aislada.
Escasa influibilidad de las verdaderas inhibiciones mediante alteraciones ambientales ejemplo de defensa contra el peligro y el displacer objetivo. Caso de dos alumnas. Es que el mero hecho de comprar sus realizaciones con las de los otros basta para que desvaloricen su pronto trabajo. Sin embargo, los dos tipos de trastornos que venimos examinando exhiben otra disimilitud.
Se despierta con angustia. Elude su " angustia no para esconderse contra el animal mismo, sino contra sus personales impulsos agresivos y sus con- secuencias suscitados por el encuentro con el animal. Naturalmente el yo no crea nuevas capacidades; usa las que ya posee. Para gran sorpresa del educador, de tal libertad electiva no resulta el satisfactorio desenvolvimiento de la personalidad, sino el empobrecimiento del yo. Mediante tales expedientes defensivos contra el peligro y el displacer objetivos —los que he ilustrado con tres ejemplos— el yo infantil afronta, a su propio riesgo, la profilaxis contra la neurosis.
Se guarece contra el desarrollo de la angustia y se inflige modificaciones o deformaciones a fin de precaverse contra el dolor. Metamorfosis de la propia persona mediante identificaciones en los juegos infantiles.
Un caso. Tres ejemplos ilustrativos. Por las muecas se asimilaba o identificaba con el objeto temido del mundo exterior. Llevaba sombrero militar, cargaba sable al costado y una pistola de juguete en la mano. Los ejemplos que hemos mencionado hasta ahora ilustran un proceso bien familiar para nosotros. Su abuela y su madre se quejaban de que el intentara pegarles en el rostro. Las buenas relaciones con ella se vieron perturbadas por explosiones de despecho.
Una paciente joven, en determinadas fases de resistencia, colmaba a su analista de vivas reconvenciones por su actitud misteriosa. La atormentaba el deseo de conocerlo. Doble fin de este proceso definitivo. Renuncia altruista. El desistimiento altruista en Cyrano de Bergerac. La angustia y el cuidado de los objetos de amor.
En ambos casos se aleja de los sustitutos culpables y se comporta, en sus juicios con excesiva intolerancia. Veamos ahora un ejemplo de este mecanismo.
Era casamentera y confidente de muchas aventuras amorosas. Aunque no se interesaba por su vestimenta, se ocupaba mucho de los vestidos de las amigas.
Pero no fueron reprimidos. Otra, enferma cuya angustia no le dejaba realizar sus proyectos de viaje, aconsejaba calurosamente a sus amigas que lo hicieran. Por este proceso defensivo tiene doble filo. En la obra, Cyrano acepta este destino. Pero, en su lugar, siente angustia y observa un cuidado intenso por la vida de sus objetos de amor.
Los tres periodos de agitada sexualidad. Desemejanzas entre el yo de la primera infancia y el de la pubertad. Sentimiento de culpa y defensa en la latencia. El intervalo entre la Latencia y la pubertad. Diversidad de condiciones que encuentra la sexualidad infantil renovada. Relegamiento de las tendencias pre-genitales.
Su conducta suele ser brusca y desconsiderada aun cuando ellos mismos se muestren en extremo sensibles a la ofensa. Elegiremos como ejemplo el yo en la primera infancia y el yo en la pubertad. Esto equivale a decir que dicha angustia mantiene muy vagas conexiones coa la realidad. Pero los mecanismos de defensa que se utilizan muestran el sello de la ansiedad objetiva.
Este; acrecentamiento no se confina a la vida sexual. Los intereses oral - anales, durante tanto tiempo sumergidos, retornan a la superficie. Los diferentes impulsos instintivos. En esta imagen, el yo, de acuerdo con el impulso instintivo, no se destaca. Por desgracia, el pasaje de impulsos instintivos de una instancia a otra acarrea. De esta suerte, los impulsos instintivos corren el riesgo de desagradar a las instancias.
Los impulsos instintivos perseveran en lograr sus fines. Ya no contemplamos un impulso no deformado del ello, sino un impulso del ello. El yo como factor perturbador. La tarea de reconocimiento del. Actos fallidos. Su ilor para el conocimiento del paciente.
Dificultad de. El peligro de la. Luego se rebela,. El yo permanece silencioso un tiempo, y los derivados del ello aprovechan este reposo. El analista se apresura a tomar conocimiento de sus. Luego el yo se agita de nuevo, rebelase contra la impuesta actitud de tolerancia pasiva y se inmiscuye con cualquiera de sus habituales medidas de defensa,. Esperamos descubrir el tipo de defensa utilizada por.
El conocimiento de dichas vinculaciones nos faculta para extraer. Se las 21 puede emplear con ventaja. No importa que se. De igual manera, sin profundizar realmente en la. Tales irrupciones no se. Pueden darse en cualquier momento en. Naturalmente, tales actos fallidos —en especial el lapsus y el olvido— pueden aparecer.
El propio paciente se defiende de estos sentimientos,. La referencia de estos sentimientos a su primitivo y antiguo origen nos permite llenar un. De ordinario, el enfermo coopera gustosamente con. El retorno del impulso afectivo a su lugar en el pasado, lo libera en el presente. El impulso repetitivo que domina al paciente. Por lo tanto, el. En casos extremos puede suceder que el impulso instintivo. Es conocido el frecuente reproche a los analistas, de que pueden ser grandes conocedores.
Por el contrario, se ve. El analista como colaborador y como perturbador frente a los impulsos del. Defensa contra el instinto y resistencia. El yo del paciente y el.
Manifestaciones defensivas permanentes. Defensa contra los instintos y. Los impulsos del ello en. Su empleo como sustituto. El examen de. La tarea. Desgraciadamente, la clara objetividad que le otorga esta postara se ve perturbada por. En lo que hace a los. En tanto que las instancias del yo tratan de. Esta hostilidad y el fortalecimiento de las defensas.
Las relaciones del yo del paciente con el analista se tranquilizan en aquellos. Defensa contra los afectos. El yo combate solamente con los derivados del ello que intentan introducirse en. Cuando pretende rechazar las exigencias instintivas, la primera tarea del yo es. Sabemos que el destino de una carga afectiva no es exactamente.
Dado que estos modos de defensa se han vuelto permanentes, no- es posible vincular su. En la. No mencionaba los. Su actitud amistosa cambiaba. En tales ocasiones me. La paciente la utilizaba. Aunque correctamente fundada en las asociaciones y comunicaciones de la paciente, la. Este paralelismo entre la defensa que usa el paciente contra sus instintos y afectos, la. Pero al. El 43 libre cursa asociativo corresponde al desarrollo tranquilo del juego; las.
En el. Hemos de observar todas aquellas circunstancias que, tanto dentro como fuera del. Por este mecanismo de defensa —trueque en su contrario— su yo.
Cuanto mejor logremos tornar. Otros modos especiales- de. Los procesos de defensa, la histeria y la neurosis- obsesiva.
Historia de una enferma. Consecuencias de. Por ejemplo, en Celos,. Paranoia y Homosexualidad2, caracteriza como mecanismo?
Obras completas, Ed. Americana, Vol. Obras- completas, Ed. Americana, t. Es la hija. Desde que. Pese a. Cualquier motivo que provocara en ella sentimientos. Estos 51 conflictos. Los tres mecanismos movilizados no pudieron. Comparemos estos procesos con sus correspondientes relaciones en una histeria o en una.
Limita su actitud, con lo cual. En el transcurso ulterior, mediante las formaciones reactivas el yo se asegura contra el. Gran parte de su actividad. La diferencia consiste en que. No obstante, desde el punto de. Se exteriorizan. Unos son capaces de dominar grandes cantidades instintivas o. Los motivos que determinan al yo a la.
De otra parte,. Pruebas que esta defensa brinda de la influencia del mundo externo; esperanza de Una prolifaxia de las neurosis, c Defensa instintiva por. Combates entre el yo y el instinto. Necesidad de influir sobre la realidad. En este caso el proceso se desarrolla cuando.
En nombre de. Si ella se. Defensa instintiva por la angustia real u objetiva en la neurosis infantil. Considera peligroso el. Notamos que. Algunos optimistas sostienen la posibilidad de evitar tales remotos presagios de amenazas. Defensa instintiva por la angustia frente a la fuerza del instinto. Siempre existe cierta desconfianza del yo frente a las exigencias instintivas, apenas. Esta angustia del yo ante la fuerza instintiva no opera sino como.
Moviliza los mecanismos de defensa contra el instinto, conduciendo a todos los conocidos. Tal defensa contra los. En la vida ulterior es dable observarla en plena actividad en cualquier circunstancia. Psychoanalyse, XVI, ,. Otros motivos de la defensa instintiva. El yo adulto requiere una especie de. Si en. Poco importa la. Esta simple. Veremos luego que, para estas formas primitivas de defensa, nuevamente gobernadas por. De la misma manera,.
De otra parte, cuando anulamos la defensa establecida por el. El anulamiento de una defensa erigida contra el afecto por el yo a objeto de evitar el. El principio del. Resistencia del yo infantil a las impresiones del mundo extemo; su importancia en la.
La ambivalencia frente al. Restantes mecanismos defensivos conira los instintos y la. Normalidad de este mecanismo de defensa en el yo infantil; su. Su ocurrencia en. Su ocurrencia en la edad adulta y la. Cerrar sugerencias Buscar Buscar.
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